Por alguna razón que desconocía, en aquel lugar el GPS no funcionaba. No había manera de conocer la ubicación por ninguna app. Los aparatos electrónicos enloquecían y terminaban rompiéndose por algún cortocircuito. Pero lo más extraño era que tampoco había rastro de mapa alguno de la zona. No existía aquel pequeño lago, ni existía aquel grupo de ocho colinas que dibujaban un círculo. Pero más extraño aún era que tampoco se mencionara aquella aldea de casas puntiagudas que se encontraba a los pies de una de las Colinas, rodeada de bosque. No había nada específicamente anormal acerca de aquella aldea, con una excepción: no existía la electricidad. De hecho, al principio creí que aquellas calles empedradas, de estilo medieval, eran parte de una recreación medieval, algún festival. Pero no parecía ser un día especial. Había una taberna, gente charlando animadamente. Una librería, un colegio. Algunos músicos tocando en la calle. Los granjeros y pastores, los pescadores y comerciantes venían por las mañanas a vender su mercancía en la pequeña y bonita plaza del Mosaico. La plaza de los Cuatro Árboles. Bajo los árboles abrían sus tenderetes y gritaban en animadas voces.
En el centro había un gran tocón, rodeado por una cuerda. Era de tal tamaño, que unas escaleras ascendían hacia él. Sobre él habían construído un pequeño santuario con un techo a dos aguas. Mientras estuve allí, no ví que nadie entrara en él.
¿Qué habrá en su interior?
Quizá no os lo creeréis, pero cuando ya llevaba un tiempo paseándome por las calles de aquel pueblo, siempre terminaba perdiéndome. Y aparecía de nuevo en el bosque, en el camino por el que había venido. Era como si solo pudiera estar en aquel lugar durante un periodo muy limitado de tiempo. ¿Por qué? En los rostros de aquellas gentes no había nada que indicara que yo fuera un extraño. De hecho, tenía la sensación de que no me veían. De que era invisible.
Hablaban en un idioma extraño, que yo, a pesar de mi pasión por los idiomas, nunca había escuchado.
Nunca fui entrometido, por lo que, de momento, no me había dirigido a nadie. Tenía la sensación de que si intentaba hablar con alguien de aquel pueblo, rompería un tabú. Algo o alguien me estaba permitiendo ver aquel mundo paralelo.
Y yo agradecía aquel gesto con mi silencio.
- All
- Gallery Item