Doyre y Glenna
He abierto los ríos,
llenado lagos, manantiales.
He recogido las viejas rocas
dispersas en el mundo
y he erigido las viejas montañas.
Y las montañas suspiraron
y de ese suspiro nacieron los valles.
Bajé hacia la tierra negra
y allí cultivé los campos.
En el bosque muerto y arrasado
encontré una sola bellota
en lo más profundo de la ceniza.
La planté en el centro de mi jardín
y lo regué con Canciones.
Y de él nació el Árbol de los Mundos
Y, a su alrededor, incontables hijos
crecieron, y el gran Bosque de Doyre
se extendió hacia todas las direcciones.
El Dios Doyre que reconstruye y ordena el Mundo
es el Dios de los constructores
de los agricultores, de los que trabajan
con las manos.
Pero también es el Dios de los símbolos
el que recoge el conocimiento oculto
y lo destila en Runas.
Se dice que su presencia existe
en el Árbol más viejo del bosque
porque cuando ha terminado de ordenar
de cultivar, de enseñar a los hombres
los secretos de las cosechas
y del levantamiento de ciudades
desaparece al corazón del Bosque.
Antaño se dice que toda Ciudad
se erigía a las orillas de un bosque sagrado
y en el centro del bosque se erigía
alrededor del Árbol
el Templo dedicado a Doyre.
“La ciudad y el campo es para los hombres
el bosque es del Dios”
Es también el Dios de la memoria y de las tradiciones
ocultas, esotéricas.
Normalmente se le representa como un agricultor
con su azada, su azada mágica
con la que desentierra todo lo oculto y lo escondido
y lo hace revivir.
Es el Puente entre la Ciudad y el Campo,
entre lo Salvaje y la Civilización,
entre la magia y el día a día.
Antes de la construcción de una casa
se le invoca a él, para que traiga protección y fortuna
a la nueva familia.
Lo mismo con la fundación de una nueva ciudad.
Y, como dios del conocimiento oculto
es uno de los dioses tutelarios de los brujos y brujas
de los magos y chamanes.
Su hermana, pareja o consorte es Glenna.
Se la ve en los campos de trigo
con un brote de trigo en los labios
es así como se la suele representar.
Es la Diosa de las aguas de los pozos
de los estanques, de las fuentes,
la protectora de las abejas y de las flores
la fecundidad de la tierra negra
la fecundidad de los hombres y de las mujeres
amuleto de embarazadas
la que cuenta cuentos, susurrando
a la oreja de los niños en la noche.
Diosa de festines, del vino, de los lazos
entre los hombres
mantiene unida a la comunidad
con su abrazo materno.
Es la primera joven de la que el niño
se enamora, en sueños y visiones
diosa de la adolescencia y del amor.
Doyre tiene esa misma función para las niñas.
A diferencia de Doyre,
Glenna vive en cada casa de la aldea.
Todos tienen un altar dedicado a ella
en la entrada.
Junto a los Familiares y Ancestros.
Pero para la relación con ambos dioses
no se necesitan sacerdotes ni mediadores.
Los templos son guardados y mantenidos por unos guardianes,
que son los que organizan las festividades y eventos dedicados a los Dioses. Pero esa es una religión privada, individual. Cada Dios y cada Diosa se aparece en distintas formas, una miríada de espíritus pertenecen a la “Corte” de estas divinidades. Los espíritus de las casas y de los hogares, de las cosechas, de los jardines, pozos y fuentes. Los espíritus de las runas, del lenguaje oculto, de las chimeneas.
Estamos acostumbrados a las religiones de masas, y por eso es una tarea ardua, para mí, tratar de descifrar estos espíritus con facetas tan individuales, tan conectadas a la vida individual de cada uno, pero, a su vez, tan conectadas a la psyché colectiva. Estos dioses y espíritus despliegan sus historias propias con el tiempo y sus historias están íntimamente conectadas con las de los humanos
Antes he hablado del Dios de la azada. En verdad es una de sus imágenes, pero esa es una imagen que se me ha presentado a mí, en particular. Cada uno puede tener una imagen distinta. Cada Dios tiene una miríada de aspectos distintos. Pero es igual de peligroso dejarse llevar por todas estas máscaras y caer en el error del Caos, así como también es peligroso caer en el dogma. Necesitamos ordenar el mundo, vestir con nuestras ropas lo que no entendemos. Es humano hacerlo. Así que, por ahora y por motivos estructurales, mantendré la imagen del dios de la azada y de la diosa del trigo. Son dos dioses del orden, de la fecundación, de la tierra, de lo que crece. Son dos dioses íntimamente humanos, pero con lazos con los bosques y con lo salvaje.
En esa religión mistérica, que ha desaparecido y que yo estoy desenterrando, cada dios tiene aspectos de los demás dioses. Los dioses no están separados ni aislados. Por ejemplo, Doyre, a pesar de ser un dios civilizador, vive en el corazón del bosque y, por eso, comparte ese aspecto con el Dios del Bosque, del que hablaré más adelante. También tiene aspectos de oráculo, con su conocimiento rúnico, con el lenguaje único del alma que él ha desentrañado. Y, ya que hablamos de conocimientos ocultos, con el Dios de la Psyché, del Conocimiento, él también tiene lazos. Glenna tiene lazos con sus hermanas, las demás Diosas. Sus fuentes, sus estanques, llevan también al bosque, a lo más profundo de las montañas, a los valles escondidos.
Cuando rezas a un Dios o espíritu estás, a la vez, rezando a los demás. Todos los dioses están íntimamente emparentados.
Así que me tendréis que perdonar, si constantemente estoy mezclando unos dioses con otros. Yo solo soy un escriba, que hago lo mejor para desentrañar ese mundo que, hasta ahora, dejaba más allá de la niebla, a salvo de mi mirada, de la espada que atraviesa el velo. De la espada que da claridad al mundo.
Los Dioses y los espíritus constantemente cambian de forma, se resisten a la luz clarificadora de la consciencia humana, el orden de la Razón. Pero los humanos necesitamos el Orden para vivir, necesitamos las fronteras, los muros, las casas, la chimenea y las historias. Las calles, las tabernas y los caminos. El buen rey que pone orden en su Reino.
Desde tiempos inmemoriales, desde que la Vieja Creencia desapareció en la niebla, la gente tiende a proyectar sus miedos, deseos y personalidad en los dioses. La “nueva” religión (es la más vieja y la más nueva, paradoja de paradojas) es acerca del Individuo. Todos tenemos a Doyre y a Glenna en nuestro interior. Los Dioses viven en los hombres, no fuera de ellos. Son nuestra forma de relacionarnos con un Mundo que, en realidad, es Nuestro. Ya puedo escuchar como algunos gritan “Inflation, inflation”, el mundo de fuera no es tu mundo, es el de todos. Eres un egoísta, un egocéntrico. Pero no es así. Cada uno de nosotros se relaciona con un mundo íntimo. El mundo exterior, o lo que pensamos que es exterior, no es más que una proyección del Interior.
La íntima relación con la divinidad y con los espíritus.
El Libro en Blanco, la magia de uno mismo que aún no ha sido explorada ni descubierta, fue ese Libro que me fue revelado en mis visiones. Y es ese libro que estoy ahora redactando. El libro de mis dioses y espíritus que están, a su vez, íntimamente ligados con los dioses y espíritus íntimos de los demás. El equilibrio entre el inconsciente colectivo y la psyché de uno mismo.
Individuación.
La gente no pone estatuas a esos dioses, por regla general, aunque no hay nada de malo en crear estatuas o arte para uno mismo, que reflejen uno de los aspectos del dios o espíritu. De hecho, lo que estoy haciendo ahora, es darles una forma humana e inteligible a distintas fuerzas y espíritus que viven en nosotros y en los lugares que habitamos. Si uno no lo hace, estas fuerzas se pierden en el caos, en el océano de infinitas posibilidades, en una confusión, en un laberinto terrible. Nombrar el Mundo de uno mismo es esencial. La roca, la raíz que lo sostiene todo.
La Torre del Centro del Mundo.
El hombre que erige la Torre. Ese es otro de los aspectos de este Dios, otra de sus historias, otra de sus manifestaciones. El Señor de la Torre. No es una torre corriente, como os podéis imaginar. Va y viene, viajando con su torre alrededor del Mundo. Una torre que se mueve. La Torre que lo ve todo, que ordena el mundo a su alrededor, bajo su atenta mirada. Árbol de uno mismo. La vara de la creatividad hincada en el suelo. El mago en busca de las venas del Éter, que recorre los mundos, en busca de las Fuentes. Y en esas fuentes vive Ella, Glenna, la de los cabellos azules. Es ella la Reina de las Fuentes del Éter, la que mantiene fluyendo el agua del quinto elemento.
Doyre y Glenna tienen su corte, su miríada de manifestaciones. No es una corte literal de la palabra. No son servidores ni esclavos. Son, digamos, aspectos múltiples de ellos mismos. Glenna a veces se manifiesta con un grupo de jóvenes bailarinas, que danzan alrededor de las cosechas para ayudar a crecer a las plantas.
Hay diferentes tipos de “Doyre” y “Glenna”. Y eso es igual para todos los espíritus y dioses.
Voy a usar a Doyre como ejemplo.
El Doyre como una proyección comunitaria, una manifestación colectiva, forjada por las historias y la imaginación colectiva. Este “Doyre” está normalmente “atado” a un lugar concreto. Dios de la agricultura, del orden, de las leyes, de la civilización. Todas las culturas humanas tienen esto en común. Hay una miríada de “Doyre”, con diferentes formas, pero a lo último, tiene en común ese ordenamiento del mundo.
Luego está el Doyre personal, individual, de cada uno. Es la forma única que tiene el Doyre de manifestarse en nosotros, a través de nuestra individualidad, de nuestra única relación con el mundo. Lo que suele suceder es que el Doyre individual se vuelve colectivo por diversas razones. La razón más “benigna” es a través de las historias. Los cuenta-cuentos, los artistas, hacen colectivos sus Doyre individuales, y empieza a producirse una mitología a su alrededor. Luego, la gente que narra las historias añade sus Propios Doyre al Doyre del cuenta cuentos original, y así se produce un Caldero de miles de historias que se alquemizan en una sola, en un Doyre colectivo, en la suma de todas esas narraciones.
Pero esa Imagen colectiva se vuelve, casi siempre, en un Tótem que substituye al Doyre individual, que es el que realmente importa, nuestra relación única con el mundo a través de él. Cuando esto sucede, aparecen las religiones de masas y la iconoclastia. Un ejemplo de la energía del Doyre es el Dios supremo, el Dios Solar, el dios único que, con su luz, ha arrebatado las sombras del mundo. También es el Dios de la Razón, del científico que quiere ordenarlo y estructurarlo todo. Cuando el Dios colectivo substituye al Dios individual, es ahí cuando los problemas empiezan. Jung habla de ello cuando se refiere a la imitatio cristi. Cuando uno pretende imitar la vida de Cristo, no hace más que caer en el error de seguir los pasos de otro, de proyectar la responsabilidad del camino propio hacia un Cristo externo.
Es por eso que cuando hablamos de espíritus y dioses y somos honestos con ellos, llevan una infinidad de máscaras.
Mi propuesta es que lo que llamamos “ficción” o “arte”, es la forma que tenemos los humanos de expresar esos espíritus, dioses y fuerzas de nuestro interior hacia el exterior. El artista que es fiel a su autenticidad y no intenta hacer ninguna “imitatio”, está reflejando los espíritus y dioses de su interior en sus historias. Los dioses y espíritus se manifiestan como personajes. Estos personajes son diferentes aspectos de ellos.
Doyre, por ejemplo, aparece en mis historias una y otra vez. Es el personaje que vuelve al mundo de su niñez que ahora está en ruinas, o a un lugar en ruinas que ha olvidado la antigua religión.
Doyre es, en mi universo, el Dios de la Memoria, de la reconstrucción, el que devuelve el orden a un mundo en ruinas, pero, también, el que descubre la religión perdida. Es por eso, que ahora estoy “poseído” por el espíritu de mi Doyre, en mis esfuerzos por echar luz a mi propia mitología, por dar nombre a lo que se resiste ser nombrado y “clasificado”. Pero Doyre es, como he dicho, ese aspecto de unión con lo salvaje, mantiene esa unión con lo desconocido, con el caos. Es un Errante que ha vuelto a casa, que ha erigido un Reino de las cenizas, pero su Reino no es un Lugar. El Reino está en sí mismo. Por eso su Torre no está fija en un lugar concreto. Se mueve, recorriendo los mundos de su interior, reclamándolos para su Reino que lleva en sí mismo.
Atheus e Iranna
Una danza, un viejo escenario a los pies
del Gran Árbol,
tambores, flautas
dos jóvenes enmascarados,
un hombre y una mujer
bailan, se retuercen, se abrazan
como dos serpientes,
luego saltan, blanden una espada
se atacan, el entrechocar del metal
cambian la máscara
el hombre dibuja un círculo de fuego
con su boca, alrededor de ella
y danza, un baile erótico.
Alrededor del escenario
se sientan todos los asistentes
todos enmascarados, en silencio.
Máscaras de animales, de dioses
de espíritus, de demonios.
Máscaras de comedia y de tragedia.
Máscaras de héroes y monstruos.
En el escenario vuelve a cambiar la historia.
La máscara.
El hombre está sentado ante un estanque
ha escrito con un enorme pincel unos símbolos
mágicos, alrededor del estanque
Luego, se ha cortado en el brazo y la sangre ha empezado
a brotar en las aguas.
Entonces, del interior
apareció la joven de antes
pero ahora sus cabellos son azules
Los cabellos son parte del estanque
ella lleva el estanque con ella misma.
El hombre se arrodilla y la joven se pone a danzar
a su alrededor, lentamente
ligera, como si la arrastrara el viento.
Cuando termina la danza,
un velo la cubre por completo
y él “despierta” en una sala renacentista
sentado en un sillón, junto a una ventana de arco ojival
fuera está lloviendo, llueve sobre la vieja plaza
las carretas de los mercaderes van y vienen
la gente se refugia bajo los pórticos
pero hablan con excitación
hacen cola para ir al Teatro
un teatro con robustas columnas
y estatuas bailando, enmascaradas.
Él deja la pluma a un lado del pergamino
y observa la escena, con ojos perdidos,
a pesar de ser él, el escritor de la obra
se encuentra encerrado en una buhardilla.
Cierra las persianas, enciende varias velas.
Solo está interesado en expresar su presente
en dejar que su alma viaje, libre, por sus mundos
luego, el ritual de la escritura
magia que da vida y movimiento
que anima lo que quiere germinar
en su interior.
Todo no es más que un teatro
un baile de máscaras.
Toda su ficción no es más que él
intentando encontrar un sentido
a todas esas máscaras.
Y, una vez le encuentra este sentido,
se quita la máscara y la lanza al fuego
una a una, se va quitando las máscaras
y una gran hoguera de máscaras se alza
en el centro del Laberinto.
Y desde las cenizas
aparece Él, el divino Atheus
el Dios de las innombrables máscaras
de las innombrables identidades.
Él se ha rebelado contra el fuego
y me ha enseñado el camino.
Solo con máscaras lograrás
conocerte a ti mismo.
¿Cómo es eso posible?
¿No son las máscaras más que
una huida de uno mismo,
del verdadero rostro?
Pero una voz me respondió,
al instante.
¿Qué es el verdadero rostro
más que la unión
de todas las máscaras?
Atheus es el Dios de los actores
de los escritores, de los poetas
de la ficción.
El dios de la identidad, de la personalidad.
El dios del baile, del cuerpo, de la sensualidad.
De la unión en lo Múltiple.
El Dios de la transformación, “shape-shifter”.
Su hermana, compañera, consorte, es Iranna, la bailarina que da vueltas y vueltas, en círculos, en espiral. Es ella la que invita a los hombres a participar en el baile sagrado. Y es ese baile un baile iniciatorio, peligroso. Muchos se han perdido bailando con las ninfas que forman parte del séquito de Iranna. Pero otros se han encontrado, pero los que se encuentran son solo unos pocos, los que pueden resistir al baile de la locura, del desenfreno. Porque al otro lado de la locura, se encuentra el Rostro puro, sin máscaras que es, paradójicamente, la unión de todas las máscaras, como un puzzle, como si las máscaras fueran un millar de pedazos rotos que, unidos, forman el verdadero Rostro. Pero ese Rostro está velado. Al igual que el verdadero rostro de la Diosa.
Para mi, que soy un hombre, es así como estos dioses y espíritus se me aparecen. Yo no puedo describir algo que no estoy experimentando en mi psyché, en lo más profundo de mis historias. No soy quien para saber cómo son los dioses y espíritus de los demás.
Siguiendo con esta pareja de dioses “shape-shifter”. Tanto Iranna como Atheus aparecen como multitud de animales y criaturas distintas. También gustan de disfrazarse de todo tipo de seres humanos y, también, de seres feéricos. Uno de los animales favoritos de Iranna es el Zorro. Un animal astuto e inteligente, que se aparece para guiar al viajero a lo más profundo de un bosque, donde la transformación va a empezar. Iranna es la guía del alma verdadera, su baile atrae y encanta a los hombres hacia las máscaras de las que más queremos huir. Se dice que todos debemos llevar todas las máscaras de nuestra psyché. Somos como un espejo que se ha roto y debemos reconstruirlo. Iranna es la que lo hace posible. Diosa de los arquetipos, del cambio, de la transformación, de las mil y una personalidades. La personalidad es solo una ilusión.
Los iniciados en los Misterios de esta pareja de dioses, insisten en la extrema importancia de algo que se denomina “Anclaje”. El anclaje consiste, básicamente, en elegir una “máscara temporal” a la que siempre volver después de la Danza. Si uno no vuelve de la danza, puede caer en la Locura de las mil identidades o, como se llama en términos psiquiátricos, esquizofrenia. La esquizofrenia es, basicamente, estar poseído por el espíritu de Iranna. El alma, en vez de ir integrando las diferentes máscaras, personalidades y aspectos, salta de una máscara a otra, continuamente, sin fin, de forma compulsiva. El ego termina desintegrándose en una miríada de aspectos muchas veces opuestos.
El Anclaje también es una práctica muy habitual en los Iniciados en los Misterios de los Dioses Viajeros, pero más adelante ya hablaré de ellos.
Esa integración de los diferentes aspectos de uno mismo, de los diferentes espíritus que operan en nuestro interior, es la alquimia que nos lleva a la quintaesencia, a la Piedra Filosofal. No es por casualidad que ambos Dioses han aparecido justo después de los que ordenan el mundo. Son los Dioses que mueven al hombre hacia la Individuación, hacia la destilación de su Verdadero Ser.
Los que prohibieron los Misterios, veían a esos dioses como los abanderados de lo falso, de lo ilusorio, de lo puramente teatral. En parte tenían razón, pero se dejaban la otra mitad del Misterio. Las máscaras son ilusorias, en el sentido de que creemos que constituyen nuestro verdadero rostro, pero son reales, en el sentido de que forman parte del Todo, cuando son integradas junto a las demás máscaras. Por ejemplo, cuando un hombre se cree Introvertido y con una cierta personalidad, sin darse cuenta está poseído por una máscara y deja que lo gobierne esa ilusión. La Realidad es que existen una miríada de máscaras que nunca hemos llevado: no sabemos quienes podemos ser y cuál es la Totalidad real de nuestra alma.
La consorte de estos dioses es tan variada como lo son las máscaras. Sus espíritus, en general, toman el aspecto de diferentes animales que suelen atraer a los viajeros hacia algún lugar perdido, en los bosques, entre las montañas. En su aspecto más destructivo toman la forma de bellas jóvenes que atraen a los hombres a la perdición, a la locura. En su aspecto positivo, pueden encarnarse en un hombre sabio que, si se le da hospitalidad, te da ciertas recompensas y bendiciones. Atheus es el Dios que revela las verdaderas intenciones de la gente. Es la paradoja última: El Señor de las Máscaras es quien revela las intenciones secretas de uno. Como él es el señor de las máscaras, es él quien es capaz de ver las máscaras de uno y, así, hacer que salgan a la luz. Es la paradoja del dramaturgo, que escribe tantos personajes distintos, que termina conociéndose a sí mismo. Dios de dramaturgos y actores. Antes de una función, es común entre actores dar ofrendas y rezar a ambos Dioses. Dios de la psicología profunda, de chamanes, de escritores, de exploradores del alma.
Aquí voy a detenerme un rato para analizar lo que estoy haciendo. Así como ya me sucedió con las Cartas, me ha poseído un espíritu que quiere que estos dioses y espíritus salgan a la luz. Realmente, no puedo escapar de esta posesión. Hay algo que me conmina a revelar esta información. Yo mismo no sé de dónde vienen estos personajes, estos espíritus y dioses. ¿Son los restos de una vieja religión que vuelve a salir a flote en el imaginario colectivo? ¿Son aspectos de mi individuación? Sea lo que sea, hay una especie de alivio, una especie de catarsis, de “release”, de liberación, en esta operación. Estoy iluminando los mundos que, antaño, se hallaban cubiertos de la infantil niebla de los cuentos de hadas. Y todo empezó como tenía que empezar: con Doyre, el dios que ordena el mundo, que disipa las tinieblas.
Lúne e Yris
Lúne es el Dios de los artistas, de los músicos, de los contadores de historias. Vaga por el mundo con su laúd a cuestas. También lleva una espada. A veces, se le ha visto con un arco y un carcaj de flechas. Va vestido con una túnica verde, con la capucha sobre su cabeza. Conoce las Canciones Secretas de las que todas las Canciones que han sido, son y serán, provienen. Conoce la melodía de cada ser, de cada cosa, que existe en el Universo. De sus dedos aparecen los Mundos de la Espiral. Crea mundos con su música. Luego, los conecta con acordes, con melodías que se entrelazan. El Músicos de musicos. Se dice que es una de las manifestaciones de Féntar, el Gran Creador, el Primer Músico, el Primer Narrador de Historias, el Primer Artista. El Universo no fue creado por un arquitecto. No. Fue creado por un Artista y los artistas siguen teniendo el papel de creadores de mundos. Lúne, como la manifestación principal de Féntar, es quien sigue animando los corazones de los artistas en todos los mundos. La llama de la inspiración proviene de Él, de su desbordante creatividad, de su abundante Caldero.
Como los demás dioses que fueron olvidados y desterrados de las historias, permanece oculto bajo las colinas, en las más profundas grutas de las montañas, en las puertas secretas de los bosques. De vez en cuando, aparece con la forma de un bardo vagabundo (esa es su forma favorita). Solo hay una forma de reconocerlo: una de sus cuerdas, muy de vez en cuando, brilla con una luz celeste. Solo es visible durante un instante. Pero es esa cuerda la que introduce a la gente que lo escucha en un encantamiento. De pronto, la gente que lo escucha es transportada a una de las historias y vive en ellas hasta que el bardo decide terminar el concierto. Como con los demás dioses, hay un lado oscuro en él. Los hombres pueden perder el juicio al escuchar su música, entrar en un éxtasis del que ya no podrán salir nunca más. El alma viaja demasiado lejos, a una historia, y ya no puede volver. Es de este Dios y de la miríada de espíritus artistas que pertenecen a su “corte”, de donde proviene la inspiración repentina. Es de ellos de donde, de pronto, aprendemos una melodía, nos viene a la cabeza, sin explicación alguna. Es porque hemos escuchado el sonido de su música, durante un momento.
Su compañera, hermana o consorte es Yris, la pintora. Se la representa con un pincel, rodeada de lienzos en blanco. Los lienzos son Portales a otros mundos. Ella es la encargada de dar color y vida a los Mundos. Ella anima las flores, los animales, las personas. Es la Diosa de los colores que aún desconocemos. Mundos en mundos en mundos. Como un fractal. Entre los lienzos, en un prado, baila descalza y da color con su pincel a los mundos que la rodean. Luego, esos mundos cobran vida y ella entra en ellos. Y posee a los artistas con su arrebato inspirador. Es la famosa “musa” de los artistas. Como es el caso de Iranna, es ella la que tiene un contacto más directo con las personas.
En su lado más siniestro, es la que provoca la locura en dichos artistas, ese amor incontrolado que no encuentra reposo en ningún sitio. Esa constante búsqueda de la belleza total, una búsqueda siempre infructuosa.
Y ahora también voy a detenerme en lo que son los “lados siniestros” de los dioses y espíritus. Siempre tendemos a pensar en la moralidad dualista que las religiones abrahámicas nos han traído. No hay nada intrínsecamente “bueno” o “malo” en los dioses. Hay, sin embargo, un aspecto constructivo y destructivo en ellos, que está intrínsecamente ligado a ellos. Expansivo y retractivo. Los Dioses simplemente son. El ser humano vive en ellos. Hay una tendencia en ellos a expresarse libremente, a la expansión. No hay nada que detenga a un Dios o a una Diosa. Se expresan sin ningún tipo de censura. El ser humano es quien obstruye esta expansión natural, esa expresión libre, con sus miedos, traumas, celos. Luego, los proyectan hacia los dioses y espíritus, que terminan teniendo esos mismos miedos, traumas y arrebatos humanos. De alguna forma, los humanos “visten” a esos dioses y contaminan sus manifestaciones. Lo que aparece, entonces, son híbridos de esos dioses y de ellos mismos. Los dioses y espíritus son inhumanos. Y expresan todo su Ser libremente, porque no tienen impulsos humanos que los detengan. Cuando una religión empieza a humanizar a sus dioses, es ahí donde vemos el comienzo de su decadencia. Hay que saber diferenciar entre un dios que se manifiesta como un hombre en ciertos momentos (Lúne como “el bardo”, por ejemplo) y el Dios o espíritu en sí. Cuando la gente empieza a confundir al dios por su vestimenta, es ahí donde empieza la idolatría, los rezos hacia las estatuas vacías.
Es por eso que esta vieja religión carece de templos, de ídolos y de estatuas. Yo mismo he tenido que caer en la idolatría para describir a estos espíritus, pues es una tarea imposible hacerlo de forma abstracta. Pero lo he hecho sabiendo que eso son solo ropajes que estos Dioses deciden llevar, para que puedan ser “entendidos” por los humanos. Y creídos. Porque los dioses y los espíritus, a diferencia de lo que muchos creen, no se alimentan ni de sangre ni de ofrendas. No. Se alimentan de Creencia y de Imaginación. Para ellos eso es la verdadera Sangre que les da vida, que los anima.
¿Pero siguen existiendo los Dioses, cuando la Creencia se termina?
Sí, pero en estado vegetativo, en su estado puro, sin ropajes. Esperando que la lluvia vuelva a animarlos.
Como veis, hay una constante contradicción en mis escritos. Por un lado, hablo de dioses inhumanos, pero, por otro, hablo de la dependencia de los dioses hacia las creencias humanas. La contradicción es parte intrínseca del proceso de individuación. Una cosa puede ser ambas cosas a la vez, y negarse una a la otra, al mismo tiempo. “Son humanos e inhumanos” es lo que hace “completo” a un dios. Tenemos esa tendencia cristiana a separar las cosas en opuestos irreconciliables. Pero no es así como opera el Universo. Todo está envuelto en una maraña de conexiones, como un bosque, un ecosistema que se sostiene con la conexión entre todas las partes. ¿Somos los humanos una parte intrínseca del universo? ¿Están la “creencia” y la “imaginación” escritas en lo más profundo del Ser?
¿Es posible un universo sin conciencia? ¿Son posibles los dioses y espíritus si no existe nadie para observarlos, que hable de ellos?
Lo más fácil para mí hubiera sido borrar lo anterior y explicar que, realmente, los dioses sí dependen de los humanos en cierta forma. Pero…¿Es así realmente? ¿Hasta qué punto? Hay más preguntas que respuestas, como casi todo en la vida. ¿Que sé yo de estos dioses y espíritus, más que “glimpses” that I get from my imaginary visions?
Al fin y al cabo, todos necesitamos ídolos que puedan identificarse con nuestra humanidad. Máscaras. Vestidos. Imágenes. Símbolos. Arquetipos. El hombre es imaginativo por naturaleza y crea imágenes de todo. Y cuando le es denegado el uso de imágenes, las imágenes estallan en una erupción desde el Inconsciente, desde los sueños y visiones.
Here I am just walking as in a blindfold. For sure, I am giving you some glimpses of a very deep reality that is unfolding within me and, perhaps, all around me, even though for now I only seem to see it inside. I see a sort of a renaissance of the Multiple in religions, of the old polytheistic systems which, in my opinion, reflect better the multiplicity of the Soul with its different aspects and archetypes.
Araun and Seyra
I see a child, sitting on the windowpane, with a book on his lap. It is a huge book, that looks out of place with such a small child. But, at the same time, it looks as if it was part of himself, inseparable. It’s a Green book, at the green is like moss. In fact, it is moss. He is caressing the moss that covers the book, as if he was caressing an animal. He smiles. There is no title on the book. It is not an ordinary book: it came from the depths of the Earth. From the center of the roots of the Tree of Life. The Pond where the three women live. The old woman of the past, the witch, the crone. She can be wise or terrible. The weight of wisdom, the weight of the dead. The weight of tradition, the weight of murder. The weight of blessings and curses. Then, there is the younger woman of the Present, of the unfolding from moment to moment. She is radiant, beautiful, but whimsical. She is the nurturing, young mother, the baby on her back, singing the songs of the wind along the fields. But she can also be the cold, terrible queen of the abyss, bringer of misfortune, the origin of all wars of men. And then, there is the little girl of the future, pure, filled with possibility, running through the wheat fields of the sun. The divine child of hope. But many times, too innocent for this world.
It was that girl that gave the Book to the boy. The boy and the girl had been playing together, in the forests, the whole summer, since the boy moved there from the city. But one day, she had a different emotion on her face. It was the first time the boy saw that kind of sadness. It was a different sadness than the time he saw his mother mourning his great-grandmother. Or the time they all cried when the cat died. A new kind of sadness that didn’t have a clear cause. And that made it even more poignant.
Against her chest, she had a book.
A Green Book.
“I can’t play with you no more” – she said – “But if you treasure this book, one day we’ll meet again”.
He took the book, she smiled. A nostalgic smile. And went away, running through the forest.
Wait!
But no response. The forest, soon, was filled with a celestial mist. He knew he couldn’t follow her, no matter what.
When he came back home, crying, his parents asked him what had happened, but he never answered. He just went to his room and sat on the windowpane. And, with tears still flowing from his eyes, he opened the Book. It was empty. The book didn’t have words nor pictures. But as soon as he opened it, he felt the presence of the girl. He could smell that smell of wild flowers from it. And her warm smile.
And, as it is with little boys, his sadness was short-lived.
And he smiled, too.
No words, no pictures.
What is this book, for?
He could hear a very subtle whisper from the pages.
It is for you to fill it the way you want.
One of the greatest legend that I discovered, from this lost culture, is the one about the boy and the book. The boy, eventually, became a young man, a young writer and poet. There’s a lot of mystery surrounding this man. Some say it was a historical figure, others just a made up legend by writers and poets. Be as it may, the legend says that this Green Book was the Book of his own Magic. What own magic means, it is also a mystery. Is it the philosophers stone of the alchemists? The Grail of arthurian myth? Or something different?
He would roam the world, his Green Book under his arm. And it is said he wandered the secret paths and portals, and crossed into different worlds. And the Book filled itself, page by page, with the Secret Runes, Symbols and Stories that only he knows.
And when the Book was finished, the Book became a girl with golden eyes.
It is said they made love twenty-four nights straight, a night for each rune. And that’s how the True Magic unfolded. Twenty four children. The sons and daughters of the runes of the Green Book. It is said all writers and poets descend from that couple. That the Muse that they are after, is no other than their own Green Books. The distillation of the Soul into wholeness, into its unique, true expression that is constantly unfolding. Writing is like making love to the Muse. The pen is the Phallus. The page is the Womb.
There is a Book for each one of us,a Book that we can only discover for ourselves. The mystery of the Secret Paths and Portals. The Inner Worlds of Truth.
Normally, this couple, this god and this goddess, come up in the following shape. A young man, his phallus erect. Over the gland, stands a big, open book. A naked, young woman hugs him from behind. Storytelling is sensual. Only recently, storytellers are seen as those solitary men writing, alone, in their rooms. The pen pierces the paper, as the penis pierces the vagina.
But storytelling is also pure and innocent.
A boy and a little girl, running around, playing together in the forest. This innocence, eyes of a child, also form the essence of storytelling. And of poetry. And that’s why this pure, innocent image is also very popular, as well as the child reading the book, over a windowpane. Behind him, expands a Labyrinthine garden of wonder.
And it is in this interplay between sensual and innocence, where Art is born.
I promise you I’d give you names.
That I would name the Gods and goddesses.
Araun is his name, the boy’s name.
Seyra is the girl’s name.
It is said that Araun is the son of a woman and a God.
It is said that Seyra is the Queen of the Fairies.
But this is just speculation. Remember that I am just unburying this sort of Mysteric tradition. I am going in blind. I am just showing you what it is being shown to me. And I know I am just scratching the surface.
Both the couple of Lúne and Yris, and Araun and Seyra, are very interrelated. I would even venture to say that they are different aspects of the same God and Goddess. They all together form the Gods of artists, musicians and writers in different ways.
Rund And Deyna
The next one is the Traveler. The Traveler of Worlds. He has many different forms. Depends on my mood, really. Lately, I see him mainly clad with green robes, riding a horse in the forest. He is normally accompanied by other knights like him, also clad in green. They are the custodians of the secret Paths and Portals. The Labyrinthine forest changes its shape continuously, many unprepared travelers get lost in the forest and it becomes dangerous very fast. Trees uses their roots to pierce the hearts. Swamps swallow the poor wanderers. Witches catch them and make potions with their blood. This is all made on purpose. The guardians, the custodians, have all this set up so that only the ones that are ready to Travel can do it. The Forest is a terrible thing, a primordial place where humans are generally not welcome. Humans aren’t very welcoming to the forests, either. Are they? They all the time desecrate trees, ponds, rocks and rivers. They empty the hills. They eat everything that they see.
The Traveler of Worlds also takes the shape of the Wanderer of the House, the Cabin, the Tower or the Palace. Sometimes those are buildings that are truly flying in the sky or navigating, or wandering the land with creepy legs like those of Baba Yaga*. Other times, the Traveler doesn’t have to get out of the building to travel. His house, palace, tower, castle… has different doors that take him to another building in another world. A multidimensional house, where each Room becomes a house in another world. One of my stories, for example, is about a wandering magician disguised as a merchant that travels with his carriot. The Carriot has a Door, a hidden door, behind all the goods that he carries for sale. That single Door leads him into hundreds of buildings that he owns in different worlds. And he does this by changing a single element into the door: the knob. He has hundreds of them. And each one of them leads him to a different house in a different world.
He is always looking for Dreamers, for Wanderers that are lost, to guide them, to teach them how to go find their own paths and their own portals and doors. Because, contrary to what people think, doors and paths that lead to other worlds are personal and unique to each person. And no, not everybody can do it. Not everybody is born with this power. But the ones who do, very soon get in touch with the Wanderer. The Wanderer is called Rúnd, the Path Opener, the Master of the Portals. As I said, he is often accompanied by a group of travelers like him. Sometimes, those are called “The Order of Travelers”, or “Traveling Order”.
The companion, sister or spouse of Rúnd, is Deyna. She is the unknown woman that, in childhood, put the seed of traveling into the heart of the dreamer. It is said she knows the Songs of all Portals of the World, of All Dreamers. She whispers those songs into the ears of the dreamers that can listen to her. And guide them into their own Paths that lead them to the other worlds. She is normally represented as traveling with a golden robe, with a little harp with her. She is also a hunter, with her own bow and arrows. She can be violent and terrifying, if a person that she hasn’t called her comes to her. At night, she is sometimes depicted as a mysterious woman with dark hair and big, black eyes, a crow and an owl over her shoulders. And a key hanging on her neck. The Key to the Other World.